El ejemplar demostró que con cariño y determinación se puede vencer cualquier obstáculo que se presente en el camino.
En los momentos en que la esperanza parece desvanecerse, emergen valientes dispuestos a desafiar lo imposible, a luchar en solitario por recobrar lo que alguna vez fueron. En los corrales del Valparaíso Sporting se erige una historia que conmoverá a todo aquel que abraza esta extraña y loca pasión, un relato sobre un caballo que peleó, demostrando que el corazón es la última llama en apagarse, y que, con amor sincero de un equipo profesional dedicado, se puede renacer de las cenizas y demostrar que la vida siempre concede una oportunidad para demostrar la propia valía.
Con esta breve introducción, nos sumergimos en la historia del caballo "Sueño del Alma", un hermoso y un tanto tosco macho rosillo de nueve años, que pese a su mal temperamento goza de una belleza que atrapa las miradas de cualquiera que lo vea. El ejemplar defiende los colores de una fallecida preparadora que marcó a toda una generación de mujeres en la hípica nacional: Doña Ana María Santos.
- Y de paso le dejamos un mensaje a la transmisión oficial del Valparaíso Sporting: suena bien falta de respeto que se tilde a una persona difunta como "desaparecida"-.
Hablar de este finasangre nos obliga a despojarnos de nuestra imparcialidad. El cariño que le profesamos a este caballo es profundo; lo hemos acompañado en sus victorias, derrotas y desafíos más grandes. Por lo mismo, discúlpennos si esta narrativa carece de la neutralidad correspondiente que deberíamos tener.
“Sueño del Alma” ha experimentado altibajos, enfrentando lesiones que han supuesto un verdadero desafío para su equipo. Sin embargo, la determinación de superarse siempre ha sido el motor que impulsa a este rosillo a regresar una y otra vez a las pistas de carreras. El finasangre atravesó un largo camino de infecciones y heridas que casi lo llevan al campo a descansar. Aunque tal opción hubiera sido comprensible y aplaudida por muchos, dada su larga trayectoria y el esfuerzo invertido en las pistas, el “gruñón” demostró que aún no estaba listo para ceder ante esa posibilidad. Con una fuerza inquebrantable, respondió a un tratamiento administrado por aquellos que lo cuidaban día tras día, donde el amor puro era el principal motor de sanación.
Después de un intensivo período de puesta a punto liderado por el preparador Rodrigo Silva, se decidió que el pasado miércoles 2 de agosto sería el día para el regreso de este veterano. Y su retorno no podía ser mejor: en una tradicional prueba de "Indice 1", desatando miradas escépticas entre aquellos que dudaban de sus habilidades tras una larga “para” por lesión. Un dividendo de 8 pesos respaldaba ese escepticismo, pero quienes habíamos seguido de cerca su proceso de recuperación sabíamos que las probabilidades de victoria eran altas.
Junto al jinete de confianza, Wladimir Quinteros, iniciaron su recorrido por los tradicionales 1.100 metros de la arena viñamarina, ganando posiciones en la curva de los 900 y tomando la delantera en la recta final, donde cada paso representaba dejar atrás un período de dolor e incertidumbre. “Sueño del Alma” no solo ganó la carrera con mucha facilidad, sino que también nos brindó una lección: renacer es posible gracias a la perseverancia y al amor verdadero.
Este triunfo y nota también va para quienes siempre estuvieron junto a él; su cuidadora, Linda Geldres, su entrenador, Rodrigo Silva, y el capataz, Francy Hidrobo; juntos, demostraron a todos que la determinación puede superar cualquier adversidad. Es el merecido fruto de meses de dedicación a un caballo que los necesitaba, una prueba fehaciente de que, en el mundo de la hípica, el amor y la pasión son pilares inquebrantables.
“Sueño del Alma” nos invita a reflexionar sobre los campos de batalla donde perseguimos nuestros sueños; donde cada desafío es un peldaño en el camino hacia la grandeza. Quizás no vuelva a ganar en varios meses más, eso solo lo dirá el destino. No obstante, con su última actuación, nos recordó que, en cada encrucijada de la vida, en cada giro del destino, siempre hay oportunidades para renacer, superar adversidades y escribir nuestro propio poema de victoria.
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