De vez en cuando, llega una persona que desafía todas las probabilidades y la lógica, cruza millones de kilómetros y cumple un sueño increíble.
En medio del Océano Pacífico se encuentra ubicada la Isla de Rapa Nui. Un territorio mágico, que lleva 134 años anexado a Chile. Un lugar lleno de rica cultura y belleza natural, mundialmente conocida por los famosos y enigmáticos moais. Sería un pecado no visitar este lugar en algún momento de la vida.
Pese a eso, cada año la isla debe decirle adiós a varios estudiantes y jóvenes que buscan alcanzar sus sueños profesionales en el continente, dejando a la familia y tratando de insertarse a un país que a veces es muy frío con el trato a las personas y no cuenta con ese cariño y sentimiento de pertenencia que hay cerca de la Polinesia.
Una de esas personas que decidió cambiar el rumbo de su camino es Noelia Tuki Araki, una joven de 23 años que viajó 3.756 kilómetros con destino a la capital de nuestro país, con el fin de poder estudiar y convertirse en una profesional. Sin embargo, el destino le diría que existía otro plan para su vida, uno relacionado con un mundo totalmente desconocido para ella: la hípica. Esta es su historia.
Cuéntame de tu infancia en la Isla de Rapa Nui. ¿Cómo fue tu vida allá? ¿Feliz?
Fue una infancia difícil, porque estuve cinco o seis años lejos de mis padres. A los 4 años mi madre viajó a Santiago por motivos de estudio, ya que en Rapa Nui no hay universidad, por lo que casi todos los jóvenes deben irse a la capital. A pesar de eso, tuve una infancia feliz. Tuve la suerte de que me criaron mis abuelos, quienes me dieron mucho amor y siempre me apoyaron. Siempre fui una mujer que le encantaba el deporte y las actividades al aire libre, como nadar, montar, andar en bicicleta, jugar a la pelota, etc.
¿Por qué dejaste tu vida en Rapa Nui?
En el 2020 me vine a estudiar y después por temas de la pandemia tuve que retornar a la isla, así que terminé regresando a Santiago en el 2021.
¿Cómo llegaste a Santiago y por qué esta ciudad? ¿Cómo ha sido tu adaptación?
Santiago siempre ha sido el lugar más cercano y conocido para quienes estudiamos una carrera profesional desde Rapa Nui. Irnos al norte o al sur es más complicado porque no conocemos tanto. La adaptación ha sido muy difícil, porque vengo de una isla que es todo lo contrario a Santiago. Aquí todo es muy gris y sucio, no hay libertad y es una cultura súper distinta a la que tenemos nosotros. Hay temas como el cuidado del medio ambiente, los valores de la personas, entre muchas más, que dejan mucho que desear.
¿De donde nace el amor por los caballos?
Según cuenta mi mamá, esta pasión partió cuando tenía dos años, ya que mi papá me subió a uno. Ese fue el momento en que la “Noe” pidió estar cerca de ellos y montarlos. También veía mucho la película Spirit. Te juro que terminaba y la volvía a poner, podía estar un día entero viéndola y no me aburría, la amo. Cuando tenía seis o siete años, iba con mi papá a la parcela de mi abuelo, ya que él tenía un caballo que yo podía montar. Fue tanto el cariño por esos animales que iba todos los fines de semana para el cerro a cabalgar. Es importante agregar que la isla es un mundo lleno de estos hermosos animales, no es una extrañeza ver a niños y niñas montando desde muy pequeños, es una de las cosas más lindas que tiene Rapa Nui.
¿Cómo llegaste a la hípica y por qué decidiste trabajar en este mundo?
Es curioso, porque yo no sabía que existía el Club Hípico de Santiago ni el Hipódromo Chile cuando llegue desde Rapa Nui. Recién me enteré de todo esto por una visita rápida que hice por la capital en el 2019, ya que en una página vi fotos del Club y ahí me metí y vi como eran los jinetes. Me llamó la atención que había una jocketa, la Lesly González. No había visto nunca a una mujer en este mundo, así que le hablé un día. Le dije que me gustaría conocer el Club Hípico, le pedí ayuda para ir, quería saber si podía conocer los caballos y corrales. Con el pasar de los días, Lesly me recibió con mucha simpatía y me dio un pequeño paseo matinal, cuando vi que andaban muchos caballos me volví loca. Yo creo que babeaba por ellos. Ahí quedé fascinada, me enamoré. Me dije a mi misma: “de alguna u otra forma yo aquí vuelvo”.
¿Qué pensaba tu familia sobre trabajar en este mundo?
Fue difícil, porque no querían que me dedicará a esto. Ellos buscaban que estudiará, que sacará una carrera profesional, pero yo de verdad quería estar trabajando con los caballos del Club Hípico; me enamoré de ellos, así que me vine definitivamente a este hermoso lugar. Tras tomar esa medida tuve una conversación muy complicada con mis papás. Fue horrible, yo creo que me querían matar, pero al final me entendieron súper bien. En el fondo sabían que el amor y pasión que siento por estos animales es gigante. Me dijeron: “ya, dale. Cuando te sientas preparada estudia la profesión que quieras y si tu trabajo te hace feliz, dale con todo te vamos a estar apoyando igual”.
¿En qué corral empezaste? ¿Qué hacías? ¿Fue muy duro el comienzo?
Entré a trabajar en el Club Hípico de Santiago en septiembre del 2021. Me hice amigo de un chico que trabaja acá de cuidador y le pregunté si él sabía de algún corral que necesitara cuidadora. Él me dice que sí, que justamente estaban buscando a una mujer. Me dijo: “ven tal día y yo te acompaño al corral de Claudio Navarro”, el que terminó siendo el primer lugar donde entré a trabajar.
Estuve tres meses con él. Al principio fue súper difícil porque no sabía nada. Empecé de cero, con un caballo muy mañoso y que nadie quería cuidarlo, porque te pateaba, te mordía, etc. El nombre del ejemplar era “Sugar Daddy”; me dijeron “este va a ser tu caballo a cargo. Es mañoso pero te va a ayudar a quitarte el miedo”.
Empezar de cero en la hípica siendo una mujer es muy complicado. Recuerdo que mi primera alegría fue el 15 de octubre, día que gané mi primera carrera como cuidadora con Sugar Daddy, y justamente fue el mismo día de mi cumpleaños. No sé cómo describir esa sensación; fue algo lindo, lloré de felicidad, porque me costó mucho. Tenía la recompensa de todo el sacrificio de los primeros meses. Eso terminó demostrando que acá soy feliz y que quiero seguir aprendiendo. Todos los días se aprende algo nuevo, desde hacer una cama hasta galopar en silla, yo entré con todo a la hípica.
¿Pasaste a otro corral después?
Estuve hasta noviembre con Claudio Navarro y luego pasé al corral de Gabriel Melej. Me fui del otro lugar porque empezamos a tener problemas con el preparador. Hay un momento en que la pega igual te estresa y teniendo a Claudio todo el rato “encima de una” era fatigante, quería trabajar tranquila. Siento que en este tipo de trabajo debes estar mentalmente en paz, porque debes brindarle esa tranquilidad al caballo. Pese a eso, siempre voy a estar agradecida de ellos, porque fueron los primeros que me recibieron sin saber nada.
Luego, en el corral de Gabriel Melej la experiencia fue buena. Ahí cuide a Leonel, con quien gané una linda carrera y lo recuerdo con mucho cariño. Además, tuve el placer de tener a Marmaon Furioso, Pinitito y Apolo de Belvedere.
¿Actualmente dónde estás?
Ahora estoy con Carlos García, llegué ahí gracias a los contactos que realizó un buen amigo que trabaja para el preparador. Este chico nos presentó y le contó que yo era de Rapa Nui, algo que dejó fascinado al entrenador.
“¿Qué haces acá en Santiago? Te viniste de un paraíso a esta ciudad”, me dijo Carlos. Y ahí le conté toda mi historia, que me había enamorado del Club Hípico y los caballos. Entonces me preguntó si estaba trabajando y le dije que no, que estaba buscando un corral tranquilo, en un ambiente cómodo. Tras eso me ofreció empleo y acá estoy, dándole con todo.
¿Con qué ejemplares comenzaste y cuántos tienes a cargo en la actualidad?
Actualmente tengo cinco: Roce suave, Royal Princess, Great Hartland, Star Bit y una potranquita que le están buscando nombre.
¿Qué personas han sido importantes en este camino como cuidadora de caballos?
Al principio fue Claudio Navarro y su pareja, la doctora Cecilia. Le doy gracias a ellos por haber ingresado sin saber nada, me apoyaron mucho. Además, como llegue y estaba “sola” en Santiago, puedo decir que se portaron como unos padres para mí.
Las personas que me han ayudado y apoyado realmente las puedo contar con los dedos de una mano. Carlos García es una persona que, pese al poco tiempo que llevo trabajando con él, se ha comportado como otro padre para mí. Me ha apoyado muchísimo, dándome varias oportunidades.
¿Qué buscas en la hípica?
Hay varias razones, todas son igual de importantes. La primera es adquirir más conocimiento sobre los caballos, ya que ellos siempre han sido el motor principal de mi vida. En esa misma línea, también me llama la atención la labor que realizan los preparadores, es un interesante mundo y camino para seguir explorando en mi vida.
Finalmente, uno de mis desafíos más importantes es aprender a galopar en silla, algo que me ha costado mucho trabajo conseguir, ya que por ser mujer no me daban la oportunidad de montar. Igual debo mencionar que cuando yo entré a trabajar acá estaba con muchos kilos extras. Entonces, me discriminaban por mi peso y eso hacía que me quitarán las oportunidades. Eso a la larga te desanima y te da pena. Sin embargo, a Carlos (García) no le importó eso y me brindó la oportunidad que tanto deseaba y sin nada a cambio. Él fue jinete, tengo un buen maestro y sabe como guiarme. En conclusión, Dios me ha ido abriendo caminos y tengo bonitos planes en mente para el futuro, pero dejaré que el tiempo me traiga la respuesta correcta.
¿Me podrías detallar cómo es tu jornada laboral?
Trabajo de lunes a sábado, pero a veces me quedo los domingos por voluntad propia, a caminar los caballos, a verlos, lo que sea. Personalmente, el dinero no lo veo como lo más importante, lo primordial es la pasión y el amor a los animales. Volviendo al tema, la jornada comienza a las 8 AM, aunque a veces llego antes (7 AM). Siempre parto con Royal Princess, porque es mi regalona. Los galopó, les doy agua, los sacó a caminar y los regaloneo mucho. Normalmente me desocupo a las 14 o 15 horas, aunque a veces me quedo hasta más tarde. Y en jornada de carreras ayudó a Carlos García a ensillar los caballos del corral. A veces me toca trabajar los siete días de la semana, pero no veo el problema. Soy feliz aquí.
¿Crees que se gana muy poco en tu labor?
Sí, muy poco. Encuentro que es un trabajo muy poco valorado en el mundo de la hípica. La labor del cuidador es la más importante en esta actividad, sin nosotros el caballo no corre.
¿Apuestas o estás alejada de ese mundo?
La verdad que no. He apostado un par de veces y ha sido de “mona”. No juego más de luca. No soy fan y estoy en contra de eso. Me gusta ver los caballos correr, es la máxima felicidad, prefiero eso en vez del dinero.
¿Cuáles han sido las mejores anécdotas que tienes trabajando con los caballos o en el Club Hípico?
Cuando ganó Sugar Daddy en mi cumpleaños fue un día de mucha felicidad. Otro recuerdo fue el primer día de trabajo, fue una alegría inmensa ver los caballos que iba a tener a mi cargo. Sentí que empezaría algo muy bonito para mi vida y así fue. Creo que llegar al Club Hípico fue algo mágico, el día que lo conocí es un recuerdo imborrable para mi memoria. Ver los caballos en el paseo y ver tantos colores al mismo tiempo fue entrar a un lugar muy especial.
¿Cuáles crees que son las mayores virtudes y deficiencias de la hípica nacional en la actualidad? Puedes abarcar todos los temas que quieras.
Como dije anteriormente, el trabajo del cuidador es muy poco valorado. A veces la gente no sabe esto, pero es una labor muy difícil y arriesgada. A mi me han llegado un par de patadas super feas, me he caído, me han mordido y aun así nos ven como lo más bajo en el escalafón hípico, tanto en sueldo y muchas otras cosas más. Creo que otra cosa negativa es que se ve mucha envidia y mala onda. Es algo triste de ver en una actividad tan linda.
Vida personal
¿Tienes algún apodo?
Noe, negrita, la “isleña” y los piropos que nunca faltan como “linda” (risas).
¿Qué otros hobbies tienes aparte de estar con los caballos?
El surf, pero estar en un lugar como Santiago me impide eso. Me gusta andar en bicicleta pero no dan muchas ganas de salir con tanta delincuencia por las calles. Con suerte me alcanza para ir al Gimnasio, pero nada más.
¿Se puede tener una “vida social” fuera de la hípica? ¿Hay tiempo libre?
Sí, tuve la suerte que en el corral de Carlos García la jornada laboral es de lunes a sábado y con un horario de salida muy bueno (14 horas). En mi caso me da tiempo para tener vida social.
¿Cuál es el mayor sueño que tienes en tu vida?
Hubo un tiempo en que me entraron ganas de ser jocketa, estuve aprendiendo a galopar en silla desde febrero hasta el mes pasado. Uno de los corrales de John Pinochet me prestaba un caballo de silla para galopar acá en la cancha, pero Carlos García me convenció que no me fuera por ese camino porque la vida del jinete en Chile es muy complicada. Es una hípica algo sucia, a veces parece no importarles si arriba del ejemplar va una mujer o hombre, te pueden hacer un movimiento que termine en una rodada fea. Volviendo al tema, Carlos me convenció de galopar en silla, con el fin de irme a Estados Unidos en el futuro. Creo que allá a las mujeres las tienen super bien valoradas. Además, casi todas son galopadoras y tienen un sueldo mucho mejor que en este país. Si Dios me lo permite, tengo ganas de cumplir el “sueño americano”. No quiero esperar tanto para irme.
¿Te gustaría estudiar algo en el futuro?
Quiero tomar alguna carrera que me guste y llene. Soy una persona que piensa que somos pocos quienes podemos trabajar en algo que amamos. Tengo la suerte de estar en algo que me mantiene feliz el corazón.
Mujeres y la hípica
¿Crees que hay muy pocas mujeres en la hípica?
Sí, absolutamente. Entiendo que se les haga difícil entrar a trabajar a la hípica, es un mundo machista, hay muchos hombres, te cohíbes y no te dan oportunidades. Creo que si no te encuentras con personas que realmente quieran apoyarte se te hace muy complicado.
¿Tienes amigas acá?
Tengo más conocidas que amigas. Conozco a Lesly (González), a Tamara que es una cuidadora del Club y Karla con Arantza, las chicas que trabajan en la ambulancia. Creo que somos muy pocas acá.
¿Qué cambios aplicarías para que se equipare la brecha entre hombres y mujeres?
Tendríamos que partir por los hombres. Acá ven una mujer y se vuelven “locos”. En lo personal soy una chica super simpática, mi esencia es así, de ser amigos y de hablar. Sinceramente, aquí me ha costado mucho ser “yo”, he tenido que limitar demasiado mi personalidad, porque a veces no me dan mucha confianza. Me explico, en el sentido de hablarle y mostrarle cómo soy realmente. Aunque no me guste mucho, hay que mantener el límite porque son bien “lanzados”. Un ejemplo es que me pasan invitando a salir.
¿Te has sentido discriminada o pasada a llevar?
Sí. Lo más fuerte fue cuando estuve trabajando en un corral que prefiero no dar el nombre, hay ocurrió un problema bien grande con el propietario de un ejemplar. Hubo insinuaciones, bastante claras y elevadas de tono contra mí persona, a tal punto que me estaba invitando a una especie de “cita”. Esa persona aseguró que quería “ayudarme”. ¿A qué cosa? No tengo idea, pero quería verme, hablar conmigo. Me decía que por ser mujer necesitaba apoyo, etc. Un día me invitó a salir y me pidió su número de celular. Yo me negué porque no tenía motivos para entregárselo. Me sentí tan cohibida e incómoda que tuve que dárselo para que me dejara tranquila. Recuerdo que me dijo: “Te voy a llamar y te voy a estar esperando fuera del Club Hípico en mi auto, para que vayamos a tomar un café u otra cosa”. Me sentí tan nerviosa que me encerré en el corral; le dije a una persona que trabajaba conmigo sobre esta situación. Estaba tiritando por el miedo que tenía. Tengo que darle las gracias a mi colega por ayudarme en ese instante. Me protegió en todo momento de lo que podría haberme pasado.
Tras eso, le contamos al preparador de esta situación. Lamentablemente esa conversación que tuvimos fue uno de los motivos para dejar de trabajar ahí, ya que no hicieron nada, lo vieron como algo normal. Lamentablemente abordaron el caso por el lado del dinero, porque si él le decía algo al propietario le quitarían los caballos y quedaría ‘pato’. Me sentí muy mal, pasada a llevar, sola y sin apoyo. Gracias a la ayuda de mi amigo en ese entonces, se pudo enfrentar al propietario y obviamente negó todo, decía que todo lo hacía con buenas intenciones. Menos mal nunca supe de él.
¿Podríamos decir que eres la primera mujer de Rapa Nui en este mundo?
Sí, como cuidadora. Estoy orgullosa de lo que he logrado, ha sido poco pero siento que ha sido bastante. He tenido tantas dificultades pero he salido adelante igual. Siempre perseverante.
¿Te gustaría trabajar en otro hipódromo del país?
No me gusta el ambiente del Hipódromo Chile, aparte que los corrales no están inmersos dentro del recinto como en el Club Hípico. De Concepción tampoco tengo buenas referencias, aparte es muy lejos. Me llama la atención el Valparaíso Sporting, he ido un par de veces y me gusta ese ambiente cerca del mar, más limpio, más verde y abierto. Te da buenas vibras.
¿Cuál es tu mayor virtud y tu peor defecto como cuidadora?
El exceso de cariño que le doy a los caballos. No sé si cuenta como defecto pero en un momento me lo hicieron sentir así en unos de los corrales que trabajé. Quizás era tanto lo que entregaba a los ejemplares que se “amañaban”. Me tocó ver una situación en un corral en el que le inyectaban cosas al caballo y le tiraban esta cuestión de corriente para que corriera bien. Yo no le encontraba sentido y le discutí ese tema al preparador, porque no era necesario ese tipo de "entrenamiento". Me decían que no debía encariñarme tanto con el animal. Tal vez no es un defecto, pero para otros sí.
Y creo que la mayor virtud es lo mismo: el amor y pasión a los caballos. Se gana poco trabajando acá, pero me muevo por el cariño a estos animales.
¿Dejarías tu vida citadina para volver a la isla?
Es una pregunta que me hago frecuentemente, porque sé que en algún momento tendré que volver. Sin embargo, por ahora quiero seguir aprendiendo, uno nunca deja de aprender en este mundo. Prefiero irme a trabajar fuera del país.
¿Eres feliz?
Bastante, me di cuenta porque es un trabajo que me encanta. Puedo quedar muy cansada pero al otro día me levanto con las mismas ganas y hago el trabajo muy bien.
¿Qué le dirías a toda la gente que te ha apoyado en todo este tiempo?
Gracias de todo corazón, porque es un mundo rudo y hay muchas pocas personas que tienen “valores” o empatía hacia el otro. Ha sido un camino difícil, pero gracias a ellos/as salí adelante y estoy feliz. Estaré agradecida por siempre con el cariño y amor que me han dado.
El cierre es tuyo, puedes agregar lo que tu quieras…
Gracias a ti, porque desde que leí la entrevista de la Linda Estrella quedé cautivada. Fue algo hermoso y encuentro un lindo gesto que estén integrando más a las mujeres, porque nos tienen poco valoradas lamentablemente. Estoy feliz en lo que hago, lo amo. Voy a seguir dando todo para alcanzar mis objetivos que tengo planeados en el camino. Me gustaría darle un consejo a todos y todas quienes leerán esto: aprovechen las oportunidades cuando se les da, especialmente si es en algún sitio que los hace feliz o aman, no todos son privilegiados de eso.
Finalmente, me gustaría recalcar algo en esta entrevista. A las mujeres nos gusta ser mujeres. Nos gusta vernos femeninas y siendo cuidadoras es difícil. Primero, porque a veces andaremos sucias o con el caballo babeándote y segundo, porque hay muchos hombres. Al final una tiene que vestirse de cierta forma o no maquillarte tanto, entonces se nos hace complicado, pero siento que no porque seamos cuidadoras o estemos en un ambiente de hombres debemos dejarnos de sentir mujeres, vernos femeninas o ser delicadas, creo que jamás debemos perder nuestro toque femenino en la hípica.-
La nueva comisaría del Club Hípico de Santiago
Todo lo que leyeron fue una entrevista realizada el viernes 15 de julio de este año. Sabíamos que algo estaba pasando en la vida de Noelia, por eso aplazamos esta entrevista hasta estar seguros de que todo se materializará y llegará a buen puerto. Y así fue. No sé si se habrán dado cuenta que en la jornada de las Pollas de Potrancas y de Potrillos del pasado domingo 7 de agosto vieron a una hermosa “Pony Girl” trayendo a los ganadores de todas las competencias de ese día.
Bueno, esa persona era Noelia, quien dio un nuevo e importante paso en la hípica nacional y en el recinto de Blanco Encalada. Hablamos con nuestra amiga de Rapa Nui para que nos contará un poco más de este gran acontecimiento para su vida personal y profesional en esta actividad tan linda.
Noe, ¿Cómo se gestó todo?
Hace como un mes atrás, uno de los comisarios y amigos míos dentro del recinto, Diego Chávez, me ofreció la pega porque justo habían despedido a un joven en el cargo y yo le dije automáticamente que sí. Quedé de hablar con el encargado, pasaron las semanas y no tuve respuesta. Al final se contactó conmigo Juan Letelier y me preguntó si estaba interesada aún. Obviamente le dije que sí y me dijo que haríamos los papeles y partí trabajando desde el viernes 5 de agosto como comisaria.
Admito que estuve super nerviosa, porque era algo nuevo, nunca había trabajado llevando los caballos al partidor o de retorno a la pelouse. Así que me atreví no más y gracias a Dios me salió todo super bien, no me pasó nada y para haber sido la primera vez salió todo excelente. Mi jefe estaba feliz, así que bacán, yo estoy feliz.
Cuéntanos un poco más de tu trabajo…
Mi pega es ayudar a mis colegas a llevar los caballos al partidor y después ir a buscar al caballo ganador, pararlo y llevarlo a la foto.
¿Por qué te dieron esa labor?
Es porque soy la primera mujer de Rapa Nui trabajando como comisaria y por la etnia, dijeron que se vería bonito, llamaría la atención que una mujer de un lugar tan mágico trabajará de eso. Es otro el aire que da, sería un puesto justo e ideal para mí.
Noelia ha ido escalando y subiendo escalafones en el mundo de la hípica nacional. Ella dejó todo por un sueño que parecía imposible. ¿Saben? De vez en cuando, llega una persona que desafía todas las probabilidades, toda la lógica y cumple un sueño increíble. Conocer a Noe es uno de los grandes descubrimientos que nos ha entregado el periodismo.
Estimada, si estuviste dispuesta a pasar por toda la lucha necesaria para llegar a donde quisiste, ahora nadie tendrá el derecho de detenerte. Eres imparable, recuerda de donde has venido, cruzaste un Océano para alcanzar tus sueños. Sigue poniendo en alto el nombre de Rapa Nui en el continente y brilla como la Omotohi, Iorana.-
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Fotografías: Indice 1, Noelia Tuki, @Kingofdreams10.
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